Nunca te burles de un rinoceronte
Hubo una vez en la sabana africana, un rinoceronte con mal humor que se enfadaba muy fácilmente. Cierto día, una gran tortuga cruzó por su territorio sin saberlo, y el rinoceronte corrió hacia ella para echarla. La tortuga, temerosa, se ocultó en su caparazón, así que cuando el rinocerante le pidió que se fuera no se movió. Esto irritó mucho al gran animal, que pensó que la tortuga se estaba burlando, y empezó a dar golpes contra el caparazón de la tortuga para hacerla salir. Y como no lo conseguía, empezó a hacerlo cada vez más fuerte, y con su cuerno comenzó a lanzar la tortuga por los aires de un lado a otro, de forma que parecía un rinoceronte jungando al fútbol, pero en vez de balón, usaba una tortuga.
La escena era tan divertida, que enseguida un montón de monos acudieron a verlo, y no paraban de reírse del rinoceronte y su lucha con la tortuga, pero el rinoceronte estaba tan furioso que no se daba ni cuenta. Y así siguio hasta que, cansado de dar golpes a la tortuga sin conseguir nada, paró un momento para tomar aire.
Entonces, al parar su ruido de golpes, pudo oír las risas y el cachondeo de todos los monos, que le hacían todo tipo de burlas. Ni al rinoceronte ni a la tortuga, que se asomó para verlo, les hizo ninguna gracia ver una panda de monos riéndose de ellos, así que se miraron un momento, se pusieron de acuerdo con un gesto, y la tortuga volvió a ocultarse en el caparazón. Esta vez el rinoceronte, muy tranquilo, se alejó unos pasos, miró a la tortuga, miró a los monos, y cogiendo carrerilla, disparó un formidable tortugazo, con tan tremenda puntería, que ¡parecía que estaba jugando a los bolos con los monos burlones!.
El "strike" de monos convirtió aquel lugar en una enfermería de monos llenos de chichones y moratones, mientras que el rinoceronte y la tortuga se alejaban sonriendo como si hubieran sido amigos durante toda la vida... y mientras le ponían sus tiritas, el jefe de los monos pensaba que tenían que buscar mejores formas de divertirse que burlarse de los demás.
La escena era tan divertida, que enseguida un montón de monos acudieron a verlo, y no paraban de reírse del rinoceronte y su lucha con la tortuga, pero el rinoceronte estaba tan furioso que no se daba ni cuenta. Y así siguio hasta que, cansado de dar golpes a la tortuga sin conseguir nada, paró un momento para tomar aire.
Entonces, al parar su ruido de golpes, pudo oír las risas y el cachondeo de todos los monos, que le hacían todo tipo de burlas. Ni al rinoceronte ni a la tortuga, que se asomó para verlo, les hizo ninguna gracia ver una panda de monos riéndose de ellos, así que se miraron un momento, se pusieron de acuerdo con un gesto, y la tortuga volvió a ocultarse en el caparazón. Esta vez el rinoceronte, muy tranquilo, se alejó unos pasos, miró a la tortuga, miró a los monos, y cogiendo carrerilla, disparó un formidable tortugazo, con tan tremenda puntería, que ¡parecía que estaba jugando a los bolos con los monos burlones!.
El "strike" de monos convirtió aquel lugar en una enfermería de monos llenos de chichones y moratones, mientras que el rinoceronte y la tortuga se alejaban sonriendo como si hubieran sido amigos durante toda la vida... y mientras le ponían sus tiritas, el jefe de los monos pensaba que tenían que buscar mejores formas de divertirse que burlarse de los demás.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
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